miércoles, 21 de abril de 2010

En el mundo de los sueños

El otro día observé ensimismada un cuadro que absorbió mi actividad mental durante horas. Cierto que era domingo y si la noche de sábado es larga -lo fue- estos días se convierten en tiempo de resaca y absoluto descanso. Para eso están.

Decía que aquel lienzo desbordante de relieves y color fue robando cada uno de mis pensamientos entre pinceladas imposibles, hasta el punto de que no supe si eran ellos los que se dibujaban en el cuadro o él mismo el que se perfiló en mi mente. No tenía autor, o más bien, fui yo la creadora, en mis sueños, de esa explosión de realismo.

Dibujo pensamientos de la misma forma que fluyen de mi boca. Y otras no. Y existe una tercera categoría que me deja a medio camino entre lo que no se dice y no se escribe. Es el camino.

Pinté un cuadro la otra noche, durante aproximadamente siete horas y a pincel. Con cada sueño un trazo, un esbozo sin sentido aparente. Al despertar brotaron de mi alma un conjunto de sensaciones, un manojo de nervios, un ramo de rosas. Era una brillante pintura que permanece en mi cabeza tras un ajetreado viaje desde el subconsciente. Volveré a hacerle otra visita esta misma noche.

Bienvenido al mundo de los sueños.
¿Estás preparado?

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